Por el año 90 empezó a circular un filme, cuya publicidad resaltaba el hecho de que Steven Spielberg la presentaba y la recomendaba calurosamente. Se trataba de LOS SUEÑOS; DE AKIRA KUROSAWA .
No la vi en la Sala Garbo. Tuve que esperar un tiempo para verla en la Cinemateca de Estudios Generales, en la Universidad de Costa Rica. Lo que vi me sorprendió, me maravilló, me conmovió. Ocho relatos de diversa naturaleza, todos narrados con una dulzura perturbadora. Sentí las borrascas de La Tormenta de Nieve(luego aprendí que Kurosawa utilizaba los elementos de la naturaleza como importantes elementos de sus historias). Lloré por los muertos de El Tunel, por el destino de un monstruo cornudo, por un grupo de víctimas de una nube nuclear. encontré un regocijo que sólo puedo calificar como espiritual, paseando mis ojos por el pueblo de los molinos de agua.
Recalco lo que para esa época me pasaba: no tenía la menor idea de quién era Akira Kurosawa. Pero cuando en Cinemateca anunciaron que iban a poner un filme llamado DERSU UZALA (1975), y en le programa avisté el nombre del director japonés, no dudé y fui a la función.
Kurosawa, nuevamente, me sacó de mi centro. El fime empieza como un canto a la amistad y a la naturaleza, pero se desarrolla en su segunda mitad como un monumento poético a la tragedia de envejecer. No había visto aún filmes así (los ubico: aún tenía tenía 18 años, y creía que los filmes de Indiana Jones eran lo mejor que se había inventado).
Ya me formaba una imagen de Kurosawa: un sereno japonés humanista limitado a filmes "artísticos" o "de corte intelectual". Me sacó de mi ignorancia leer un poco y verr un filme que poco a poco iba ubicando más en mis libritos de cine: LOS SIETE SAMURAI (1954)
Y aquí ya caí en la cuenta. Estaba ante uno de los mejores realizadores de la historia, y este sí, en ese exclusivo "top ten". Encontré este filme extremadamente entretenido, impecablemente narrado. Ya no podía encasillar a Kurosawa: ahora me enseñaba historias de aventuras, sin dejar de lado un estilo cuidadoso y con un compromiso absoluto con la estética y el arte.
Ahora cuento las bendiciones que este artista nos dejó en celuloide. RASHOMON (1950), que cambió para siempre las posibilidades narrativas al recorrer una historia.
KAGEMUSHA, LA SOMBRA DEL GUERRERO (1980), interesantísima fábula sobre nuestro lugar en el mundo.
Y en su lado más humanista, el que más le interesó en su vida, nos dejó grandes propuestas, como la sencilla pero maravillosa IKIRU: VIVIR (1952)
Hoy particularmente, me tiene muy contento que aún hay gente interesada en acercarse al Emperador del Cine (título que se fue ganando con el paso de los años). Hoy sábado 22 de marzo ponen TRONO DE SANGRE (1957), en el cine Magaly.
Mi esperanza es que ver este u otro filme de Akira Kurosawa sea para muchos la puerta para explorar ese mundo mágico, lleno de samurais, campesinos, ciudadanos comunes, brujas, viento, nieve y lluvia que es el legado de este director. La mejor parte: aún tengo pendientes BARBARROJA, EL ANGEL BORRACHO, ESCÁNDALO...que más podría pedir?
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